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domingo, 20 de marzo de 2011

Sábado de reflexión

Sábado a la noche, otra vez... En los de hace un tiempo hubo salidas, tragos, música, baile, romance... Estos últimos, son momentos de reflexión. O, tal vez, de evasión de la realidad. Pero una evasión sana, sin sustancias nocivas. Una evasión del tipo "ver una buena película" o "escribir en mi blog" e irme a dormir temprano. O al menos, más temprano de lo que lo hacía hasta no hace mucho, cuando todos los sábados eran sinónimo de "vida social" hasta la mañana siguiente.

Seguramente muchos somos los que, después de terminar una relación, nos tomamos algún tiempo para nosotros. A lo mejor necesitamos pensar, reflexionar, asumir los hechos. O quizás no queremos ese tiempo, preferiríamos estar siempre ocupados para no pensar y seguir adelante. Es muy posible que también nos engañemos a nosotros mismos, con afirmaciones como "Bueno, al menos ahora soy libre", cuando en realidad no nos interesa esa clase de libertad y nos morimos por estar con alguien otra vez. Hay otros que, siendo muy jóvenes, dicen "Jamás volveré a enamorarme", aún siendo conscientes de los múltiples caminos por los que la vida los puede conducir. Sea como sea, muchas veces no podemos escaparnos de nuestros propios pensamientos, porque la mente nunca deja de imaginar situaciones, especular con lo que "hubiese pasado si", buscarle respuestas a todas nuestras preguntas. 

A veces, nuestra propia mente puede ser nuestro peor enemigo. Está comprobado que el sólo hecho de tener pensamientos negativos constantemente puede llegar a enfermar nuestro cuerpo. Esto nos indica que la mente tiene un poder impresionante, y que sería bueno aprender a manejarlo para evitarnos muchos problemas. En general, es muy probable que todas las cosas malas que pensemos con respecto a determinada situación sólo existan en nuestra cabeza. ¿No te pasa a veces que ante un problema te creás todo un mundo de suposiciones de antemano y cuando realmente llega el momento de enfrentar ese problema, todo se soluciona de forma sencilla, hasta casi natural? Es más, casi siempre esa solución que se presentó "sola" suele ser mucho mejor que todo lo que nos habiamos imaginado. 

Todo esto puede aplicarse también a las cuestiones del amor, las cuales (no sé por qué) parecen estar gobernadas por una buena cuota de incertidumbre. Preguntas como "¿Por qué no me llama?", "¿Qué estará haciendo en este momento?" o "¿Será que ya no quiere estar conmigo?" suelen ser respondidas con afirmaciones como "Ya no le importo", "Seguro que está con otro/a" y "A lo mejor no soy lo que él/ella esperaba". Como podemos ver, todas son suposiciones, conclusiones a las que llegamos solitos. Preguntas que, por no animarnos a hacerle a la persona en cuestión, tratamos de respondernos en un intento desesperado por tratar de entender qué le pasa por la mente al otro.

De todas formas, también a veces tengo la sensación de que hay una contracara en este asunto. Generalmente, si en cuestiones del amor una situación nos produjo inseguridad, es porque algo no anda del todo bien. Es como un "click", como una advertencia. Por eso, hay que pensarlo dos veces antes de desestimar esta clase de dudas. Ahí entra en juego nuestro "sexto sentido", ese que nos advierte sobre un posible peligro o situación no deseada. La intuición suele ser buena consejera y a veces nos salva de muchos problemas.

Entonces, tenemos las dos caras de la misma moneda: por un lado, el mundo de suposiciones que no nos llevan a ningún lado; por el otro, la intuición que va de la mano de esas suposiciones que no son tan malas después de todo... ¿Vos qué opinás?

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